La resistencia de las comunidades indígenas y campesinas ha conseguido paralizar en Chile y Colombia leyes que prohibían a los agricultores guardar e intercambiar semillas. La norma les obligaría a pagar rentas cada año a multinacionales como Monsanto
|
etiquetas: monsanto , transgénicos , semillas , latinoamérica
Monsanto quiere cerrar el camino a la supervivencia a quien ella no se la permita, es quizá la mayor herramienta que el fascismo ha ideado jamás.
Simplemente no se puede privatizar la naturaleza, no puedes privatizar una semilla que al plantarla te da miles de semillas de más. Es tan inutil como tratar de privatizar la barra de pan o la paella.
Pero tienes razón en una cosa, si que hay modelo de negocio ahí, aunque no sea lo que estas empresas hagan. Hay pequeños semilleros que se limitan a mantener y hibridar, cuidar, hacer selección genética, adaptar especies a un medio y vender las mejores variedades. Y aun así siempre tienen variedades que vender, estos semilleros no hacen cosas como estas mafias globales que tratan de privatizar la naturaleza ni obligan a nadie a comprar nada ni les prohíben a sus compradores reproducir la semilla. Al revés, pues la motivación de estas pequeñas empresas es precisamente saber que con su trabajo contribuyen a que las especies genéticamente no modificadas permanezcan. Preguntad a cualquier labrador, el os hablará de cuantas variedades se han perdido desde que empezaron a prohibir a los labradores tener su propia semilla.
De hecho ninguna. En un mundo de libre mercado ideal una empresa como Monsanto vendería sus semillas patentadas y el agricultor sería libre de comprarlas o no, si las compra debe aceptar las condiciones de Monsanto. Pero no estamos en una economía de libre mercado ideal, de hecho, estamos bajo un modelo de explotación y monopolio totalmente contrario a los principios del libre mercado. En este modelo, una poderosa empresa usa su influencias y dinero para hacer aprobar leyes que obligan al agricultor a comprar sus semillas bajo sus condiciones, sin ninguna otra opción. Es lo que sucede en Colombia, si no compras semillas patentadas, no puedes sembrar, y si te agarran con otras semillas o guardando las patentadas, te judicializan. Luego tienen la jeta de ir hablando del comunismo y su falta de libertad y tal.
En un país de tanta tradición agrícola como Colombia y donde la gran mayoría de agricultores vive en la pobreza extrema, obligarlos a pagar por algo que han venido haciendo sin costo desde hace siglos, debería ser considerado un crimen de Estado.