Que el derecho al trabajo y los derechos a él vinculados han sufrido una degradación sustancial y acelerada en los últimos años es una realidad irrefutable. Sobre la destrucción del tipo de empleo estándar (indefinido, a tiempo completo, con plena cobertura de la seguridad social y con salarios capaces de desvincular a trabajador, masculino, de la pobreza y con él a su familia) se extiende sin frenos otro modelo basado en la precariedad e impuesto y aceptado bajo la presión insoportable del desempleo.
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