La publicación de un libro sobre el primer año de Trump en la Casa Blanca confirma la idea del presidente como un hombre de escasa talla intelectual hasta niveles difíciles de creer. Trabajar para él era como "intentar descubrir lo que quiere un niño", dice una consejera que solo duró dos meses en la Casa Blanca.
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Aquí les llevamos años de ventaja. Tenemos a un pavo con Alzheimer que no sabe ni hablar.
Algo funciona jodidamente mal en los mecanismos de supervisión de elección y promoción de candidatos para que personalidades inmaduras, psicopáticas e inestables sean las que casi siempre lleguen a la cúspide de la pirámide del poder.
Admito que chupar pollas y culos también te hace subir, pero no tanto como el pedigree.
No hemos cambiado tanto desde la edad media.
Ahora ya sabe en qué consiste el trabajo de un analista informático.
Nunca infravalores el nivel de estupidez del pueblo.
- Gran parte del pueblo que también es semianalfabeto
- Control absoluto de los medios de desinformación por parte de los grupos de poder
Como esa gente tan divertida que se cree que no tocar un libro es algo positivo.
Que concepto del mundo puede tener una persona así? Como puede entender el mercado, la educación, la comunicación, etc sin saber que es Internet?
La adicción a Twitter llegó más tarde...
Esto es mierda sensacionalista para aquellos que les importa un carajo la verdad y leen lo que quieren leer. O dicho de otra manera, no hay muchas diferencias entre los tontos que apoyan a Trump y los que se creen esto.
twitter.com/aberron/status/949045094044393472
twitter.com/DoriToribio/status/949039641235218432
Bueno, tiene muchos seguidores con su mismo nivel.
Eso sí. El abuelo era un currante (y parece ser que también algo aguililla)
Que yo tampoco quiero defender a Trump, es muchas cosas pero tonto no es una de ellas.
LA CANCIÓN DE LA NIÑERA
El hombre del que voy a hablar,
el gran hombre del año,
no fue una vez más que un bebé
de muy poco tamaño.
Como era su nodriza
yo le ponía a dormir
y le cambiaba los pañales
cuando había hecho pipí.
Solía bañarlo por la noche
y darle el biberón,
y lo acunaba si lloraba
porque era un niño muy llorón.
Y así, como todos los niños,
sano y feliz creció.
Le castigaba si era malo,
y si era bueno, no.
Muy pronto pude darme cuenta
de que algo había que hacer,
porque a los veinte años
aún no sabía leer.
Sus pobres padres no podían
ocultar su dolor.
¡El chico ni siquiera servía
como repartidor!
«¡Ajá! —me dije—. ¡Este zopenco
podría ser político!»
Y así solucioné el problema
en el momento crítico.
«De acuerdo —dije—, estudiaremos
el don de la política.
Te enseñaré a tergiversar
y a no encajar las críticas.»
«A hacer un discurso por día
en la televisión,
sin que la gente sepa nunca
cuál es tu intención.»
Y aunque nunca es muy tarde
para quien se arrepiente,
ahora lo estoy, ¡pues el tunante
llegó a ser presidente!