Una llamada telefónica advertía a la Ertzaintza de la presencia de un varón en un inmueble de la avenida del Ferrocarril. La llamada explicaba que un hombre había entrado en un portal detrás de una mujer, persiguiéndola por las escaleras hasta la segunda planta sin conseguir alcanzarla. Un testigo podía ver cómo el sujeto se llegaba a bajar los pantalones.
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