El Ejecutivo catalán ya tiene un nuevo clavo al que agarrarse: ahora acusa al Gobierno español de presionar a las empresas para que se vayan. ¿Pruebas? Ni una. Solo una visión sesgada, interesada y politizada de una fuga anunciada. Después de años desoyendo las advertencias acerca de esa huida empresarial, quiere quitar hierro al asunto y desviar la atención poniendo sobre la mesa unas supuestas presiones que todos, niegan. Se trata de aplicar el principio de la transposición: ante una mala noticia, se pone en el aire otra que la distraiga.
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