Las víctimas eran captados en su país por un exboxeador apodado 'El Terrible' y se usaba a una empresa promotora para solicitar cartas de invitación a boxeadores profesionales de Nicaragua fingiendo que solo venían por un combate. La organización mantenía a los boxeadores hacinados en una residencia para deportistas en condiciones insalubres y les sometía a coacción para conseguir que compitieran en los torneos.
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