El módulo de aislamiento suele estar formado por galerías, formadas a su vez por varias celdas y un patio, que habitualmente está cubierto en su totalidad por una verja metálica. Las galerías son como una caja de resonancia, donde cualquier ruido se escucha y donde el sonido de las puertas de las celdas, eléctricas y metálicas, puede resultar inaguantable. Las celdas miden unos cuatro metros de largo por dos de ancho, cuentan con una cama anclada al suelo, mesa de cemento, baldas, aseo y ducha. El reo permanece recluido de 20 a 22 horas al día.
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Por desgracia, en el mundo real no todo se arregla con pinturillas y pancartas.
Muchos de los presos en régimen de aislamiento no lo están por ser los más chungos si no por haber protagonizado protestas contra los abusos que se cometen a la sombra del régimen penitenciario.
Esta es una de las campañas revindicativas que se están llevando en las prisiones: tokata.info/wp-content/uploads/2016/12/definitivo_2.jpg
El hecho en sí de aislar a alguien me parece correcto en según qué circunstancias (por ejemplo, aquel que es violento con otros reclusos o que no acata las normas o las órdenes de los funcionarios). Ahora, no hace falta torturar a nadie y se le puede facilitar algo de ocupación.
Tampoco entenderé jamás que se permita que un recluso no estudie o trabaje (en el mantenimiento de la penitenciaría o en otras labores) como cualquier hijo de vecino. Que una cosa son los trabajos forzados con grilletes en los tobillos y otros trabajar o estudiar forzosamente 8 horitas al día como cualquier ciudadano medio.