La autoayuda de la resiliencia carga al individuo con toda la culpa: es él quien ha de cambiar su visión del mundo y reinterpretar sus sufrimientos para ser adaptativo, para ser funcional. En lugar de cuestionar las causas sistémicas que provocan ciertas angustias, se acusa al sujeto. Ahora bien, romantizar el sufrimiento tiene el precio de llegar a venerarlo como un bien necesario. «Aprovecha los inconvenientes», «hazte fuerte en el sufrimiento» o «todo lo puedes» son consignas que patologizan al individuo y obvian la raíz de sus sufrimientos.
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Recuerdo el comentario que un psicólogo le dijo a su paciente: "tú no necesitas un psicólogo, necesitas un abogado laboralista".
Me parece muy curioso que el mundo actual este, espero sin querer, metiendo técnicas de sectas a la población, hipersexualización, lemas fáciles para seguir, cargarse el sistema de recompensa, dietas con menos proteínas, hacer lo que sea para sentirte especial y único con un grupo...
La realidad es que la autoayuda tiene mucho sentido (incluyendo los GRUPOS de autoayuda), porque los mecanismos de opresión suelen estar internalizados. Por ejemplo, una persona en desempleo que se siente culpable por ello no lo hace porque lo haya leído en ningún libro de autoayuda, sino porque aprendió desde la infancia los mecanismos mentales y emocionales que sostienen esa forma de pensar. Y justamente observar esos mecanismos y cuestionarlos es lo que propone la autoayuda.