Pronto descubrimos que el tamaño de las pupilas variaba segundo a segunda, reflejando las demandas cambiantes de la tarea. (…) Mientras hacía una multiplicación mental, la pupila normalmente se dilataba hasta alcanzar gran tamaño en pocos segundos, y así permanecía mientras el individuo se afanaba en el problema; e inmediatamente se contraía cuando encontraba una solución o desistía.
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