edición general
  1. Reflexiones tras pasar unos días en Barcelona como observador intraernacional:

    1. El Eixample es una puta mierda. En serio, es inhumano, como vivir en un panal de cemento y nada cotidiana. Si hay que bombardear Barcelona otra vez que se carguen el Plan Cerdá al completo. Lo curioso es que (el anticatalán) chovinismo barcelonés lo pondere entre el olivo y el laurel, lo cual hace de sospechar de seguros claroscuros de la "fantástica" remodelación de la Barcelona de 1992.

    2. La españolidad está muy mal entendida entre grandes sectores de Cataluña. Por un lado, se suele considerar España como lo otro fuera de Cataluña, como un ente monolítico que solo se resquebraja en el País Vasco. Por otro lado, y más inquietante, se ha perdido la tan española noción de nación trágica. Es decir, una idea de patria ambivalente, problemática, que no se puede amar sin darle mil matices y herejías, una patria con la que hay que aprender a convivir con más resignación que alegría, algo impensable para un francés o un italiano. Y ha así ha sido la nación española que en su cuestionarse y pensarse ha encontrado su propia esencia. [ Sigue en @desdeluego ]
  1. @desdeluego Ahora, en Cataluña, parece que solo se enfrentan dos nacionalidades cristalinas: la española y la catalana (una que se urdió en el nacional-catolicismo y otra que aspira a la liberación; de ahí que se entienda el independentismo como progre). Pero esa es la gran trampa, la españolidad nunca ha sido cristalina (solo para la extremaderecha), es más bien oscura y curva y en sus recovecos se han construido las mil Españas. Por ello es una desgracia que se haya perdido esta noción españolísima, pues ahora muchos catalanes se han abandonado a un patriotismo infantil y dañino, más propia de un francés que un catalán.

    menéame