De entre todas las competiciones deportivas que existen, ninguna se acerca a los niveles de peligrosidad de aquellos que buscan el récord mundial de velocidad sobre el agua. Con una tasa de fatalidad aproximada del 85% desde 1940, la prueba es mucho más que una competición deportiva.En realidad, detrás de esta modalidad hay una mezcla de conceptos e ideas. La primera, y probablemente la más sencilla de explicar, tiene que ver con esa búsqueda incansable del hombre por superar pruebas y registros anteriores.
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Aunque una pelea a muerte de gladiadores corruptos además de divertido sería beneficioso para el país.
¿Sólo del hombre? Menudo machirulo patriarcal opresor. Hay falocentrismo, no hay meneo.
Luego, a esas velocidades, es todo obra viva (aerodinámica), y, si hay una minúscula obra muerta (hidrodinámica), pero muy importante, está en el diseño de las palas de las hélices o de la propia turbina para maximizar el empuje pero minimizando el desgaste en los bordes de ataque por cavitación.
Precisamente evitan en lo posible tocar la superficie, sobre todo los pantocazos o el cortar las crestas de las olas.
Es más bien una competición de ingeniería, y parece que meten dentro a un
muñecopersona para que quede más bonito.Estar dentro de una lancha de esas me parece tan épico como ser un dummie de los crash test.