Hacienda y la obligación de predecir el futuro

“Esta es una historial real. Los hechos relatados en este artículo tuvieron lugar en Valladolid en 2013. A petición de los supervivientes, los nombres han sido cambiados. Por respeto a los fallecidos, el resto ha sido contado exactamente como ocurrió”.

Mi amigo Leandro se dedicaba a la distribución de prensa y revistas en 2013. Tenía dos micropymes de las que era el socio único:

"Lea distribuciones, SL" visitaba a los kioscos de prensa para venderles revistas y coleccionables de editoriales pequeñas. No tenía empleados, pero en ocasiones tenía que contratar o subcontratar a una persona con una furgoneta que se recorriera la provincia entregando las ediciones que vendía.

"Creaciones Leandro, SL" se dedicaba a las creaciones gráficas (la pasión de Leandro). Hacían carteles para fiestas o eventos deportivos, diseñaban las camisetas de fin de curso de los institutos, ... Tenía un empleado, Lorenzo, un diseñador gráfico. Aunque esta empresa no daba casi dinero, esta actividad le apasionaba.

Ambas empresas compartían casi todos los gastos. Pero claro, el contrato de alquiler sólo puede estar a nombre de una, igual que el de teléfono, la electricidad, el coche que utilizaban, ... Así que Leandro tenía suscritos algunos contratos con una empresa y otros con la otra, intentando que el reparto fuera adecuado para la supervivencias de ambas.

Un día un inspector de la Agencia Tributaria comentó a la empresa que le llevaba la gestión fiscal, que no parecía muy lógico que Creaciones Leandro, SL tuviera contratado un suministro de electricidad cuando no disponía de un local (ni alquilado). Y parecía lógico.

Ambos negocios crecían, nada del otro mundo, pero Leandro perdía mucho tiempo con los papeleos administrativos y decidió contratar una administrativa que le ayudara. ¿Cómo lo haría? Ella trabajaría en ambas empresas ¿Media jornada con una y otra media con otra? Un lío.

Al final decidió aportar el 100% de las participaciones que tenía en Creaciones Leandro, SL (la que peor balance presentaba, al borde de las pérdidas) en Lea Distribuciones, SL. Así que seguía teniendo el 100% de las participaciones de Lea, pero ahora Lea sería una empresa mayor. Y gracias a esta ampliación de capital, Lea oasó de tener un capital social de 3.001€ a 6.002€. Pagó los impuestos pertinentes por esta operación y trasladó todos los gastos a Lea, incluida la contratación de Leonor, su nueva administrativa.

El 2013 fue un año de cambios. Ahora todo "colgaba" de Lea y se había incorporado Leonor a ayudarles, por lo que él se volcó en las actividades más productivas y comerciales de las dos empresas.

A finales de 2014 contrató al segundo diseñador gráfico. Pero descubrió que su trabajo seguía siendo muy estacional, hacer carteles de fiestas, camisetas de viajes de fin de curso y trabajos de este estilo hace que tengan dos o tres épocas de trabajo muy intensas, pero el resto del año es muy flojo. Con el fin de poder mantener a los dos diseñadores gráficos en plantilla empezó a pensar maneras de tener tarea (sin presión de fechas de entrega) para los periodos de bajón. La solución fue crear un producto propio. Ser tu propio cliente.

En 2015 se atrevió a dar un paso más en esta línea y comenzó a escribir un comic. Hizo todos los guiones, bocetos y Lorenzo lo dibujó. En Septiembre lanzaron el primer número. Un fracaso de ventas. Pero siguieron con la autoedición del cómic. Era divertido. Registró la marca, logos y todo lo registrable a nombre de Creaciones Leandro, SL. Se gastó casi 5.000€, pero es algo que tenía que hacer, se lo había recomendado la empresa que le llevaba los asuntos fiscales.

A mediados de 2016 el cómic se distribuía en todo el país y las editoriales se interesaron por él, tanto que finalmente una de ellas compró los derechos para continuar con la tarea y lanzarlo en el mercado lationoamericano. Le compraron Creaciones Leandro, SL por 400.000€. Siguieron contando con los servicios de Lorenzo como empleado que se fue a trabajar con la Editorial a Barcelona como director creativo.

Leandro, con ese dinero compró dos locales, en uno trabajaría Lea y el otro lo puso en alquiler, además compró una furgoneta y el resto lo metió en un plazo fijo que rentaba poco, pero era seguro. También apartó 100.000 € para pagar el impuesto de sociedades. Mientras continuó haciendo la misma actividad con Leonor y Lázaro (el otro diseñador). Echaba de menos a Lorenzo y, además le dolía haber dejado de trabajar en sus personajes, ahora sólo era un suscriptor del cómic. Pero estaba contento, le habían arreglado la vida, o casi.

A mediados de 2017 le hizo una inspección la Agencia Tributaria, le propuso que de esos 400.000€ en vez del 25% de impuesto de sociedades (100.000€) debería haber pagado el 45% en concepto de IRPF ya que en 2013, cuando Leandro decidió agrupar las dos sociedades debería haber previsto el éxito del cómic (que todavía no había concebido) y al valorar Creaciones Leandro se debería haber hecho en 400.000€ en vez de en 3.001€.

Leandro está en un callejón, veremos si tiene salida. De momento ha sacado el dinero que tenía a plazo fijo y ha contratado un abogado fiscalista, excompañero del inspector y del técnico de Hacienda que le reclaman 80.000€ a mayores. Dinero que no tiene.

Estos fiscalistas le dicen que, parece razonable lo que le pide Hacienda, que debería haberlo tenido en cuenta, pero Leandro no puede entenderlo. ¿Cómo iba a imaginar el éxito de algo que no había ideado aún?

Cuando él tomó una decisión no conocía cómo se desencadenarían los acontecimientos. Él tomó riesgos y pagó siempre los impuestos que en cada momento le fueron devengados, pero en el momento de la inspección, la Agencia Tributaria, pone en cuestión la buena fe de éste al tomar la decisión. Lo hacen basándose en lo ocurrido después (conocen el resultado). Dicen que la aportación de las sociedades y la venta de Creaciones son causa y consecuencia y por tanto Leandro es un defraudador. Que la agrupación se hizo para evitar la tributación por la fórmula del IRPF.

Recuerde, estimado contribuyente, tener en cuenta todos los escenarios posibles que se pueden presentar, ya que, aunque tomar una decisión no implique necesariamente que estos escenarios cambien, pero si lo harán los riesgos que se asumen en cada uno de ellos. Pero además, debe tener en cuenta que no tomar ninguna decisión o no introducir cambios no quiere decir que no asuma riesgos, si no que éstos no deberían, necesariamente, haber variado.

Espero les haya gustado esta falsa historia real.