Vivir la Mascletà de Valencia es presenciar un estruendo único. Cinco minutos frenéticos de música hecha con explosiones. Cinco minutos capaces de reunir a 50.000 almas para sentir su propio cuerpo. Un espectáculo que nace y crece en fábricas escondidas entre naranjos, de la mente de un pirotécnico y los dedos de un operario que cierra petardos con mecánica artesanía, uno tras otro.
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etiquetas: mascleta , valencia , china , asfixia , pirotecnia
Por favor, que los inventaros ellos..
Disfrutar del ruido, jodiendo la vida a toda la fauna local, mascotas, contaminando el aire con restos de pólvora, contribuyendo a la presbicia auditiva de la población...
Tenemos fiestas basadas en la tecnología del siglo XV, y en las cosas que entonces sorprendían. Ahora, cosas como la mascletá son resquicios del pasado que tendrían que estar superados para una mentalidad del siglo XXI.
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Con lo cual vas ha tener muchas fallas que aguantar.