La aventura comienza cuando se encontró por la mañana a una mujer que le pidió un euro. Carmen decidió invitarla a tomar un café y a comer algo y, cuando a las 8.00 horas entraron a pedir en una de las cafeterías más conocidas del centro de Oviedo -estaba cerca y era la única abierta- el camarero respondió que «no, no se puede sentar dentro del local, se lo tengo que poner para llevar».
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etiquetas: aporofobia , solidaridad
Use la expresión por el tochaco bien contado, me la creo perfectamente.
Seguramente, la diferencia sea que en un local hostelero la gente entra con mayor asiduidad que a una tienda yo que se, de camisas. Porque pueden entrar para ir al servicio ( por cierto, esta no recordaba pero una vez, como no había papel me dejaron la pared llena de mierda), para tomar un café, alcohol o a tocar las palmas y que les des dinero.
Espero que la dosis de solidaridad fuera suficiente para amortiguar los años pasados desde ese ejemplar y modélico acto emocional.
Te pido disculpas.
Buenos días.
En estos casos lo mejor es despreciar a quién acude ahí, aunque tampoco sirve de mucho porque suelen ser círculos cerrados, y lo que es peor, de acudir ahí o no depende que te contraten para según qué puestos, que te elijan para según qué ascensos...
Si es que queda muy guay e inclusivo lo de dejar pasar a sin techo. En mi caso, yo dejaba pasar a todos en mi cafetería y poco a poco se fue yendo el resto de la clientela porque no querían compartir con indigentes. A mi me dijeron varias personas que pregunté que era por el mal olor, ya que el que estés comiendo y el olor de semanas o meses sin bañarte, no lo querían, así que me tocó sacarlos a todos. Un día aguantan, dos, tres, al cuarto dicen que hay muchas cafeterías que no tienen que aguantar olores.
Y luego estaba el destrozo que te solían hacer en los baños. Los camareros estaban hartos de recoger lo que hacían.
Un día, hace ya años, iba mi esposa por la Pza. Sant Jaume de Barcelona y una persona le pide dinero para un bocadillo, señalando un puesto cercano. Ella quiere ayudar, pero no le gusta dar dinero que puede acabar en alcohol o cosas peores, así que le dice "¿De qué quieres el bocata?", él se lo dice y mi esposa se dirige al puesto a comprarlo, en vez de darle el dinero.
El tipo del puesto, el hostelero, que está ahí todo el día, todos los días, ha visto toda la escena y ya se conoce el paño. Mi esposa le pide el bocata y una bebida, y el del puesto le dice: "¿Es para ese? No se lo va a comer, en cuanto te vayas lo tirará a una papelera, el dinero que pide lo quiere para alcohol."
Mi esposa se lo piensa…… Llama a la persona que le pidió ayuda, le señala un taburete, ella en otro, le acerca el bocata y la bebida sobre la barra, "Hala, aquí lo tienes, que aproveche": ¡se esperó hasta que se lo terminó!
¿Que en el caso concreto del meneo puede ser clasismo? Puede, pero me gustaría conocer ambas versiones antes de crucificar a nadie. Por cierto, yo he sido camarero mucho tiempo y también me las he tenido que ver con clientes a los que les das la mano y se toman el brazo, y no tienen por qué ser indigentes: clientes habituales que, aprovechando que estás de espaldas, alargan la mano para trincar la botella de coñac y echarse un poco más en los restos del carajillo, pero sin decirte nada; ese mismo u otro, pillar una cogorza de 3 pares de cojones y ponerse a vocear en el bar, o a enfrentarse a otros clientes… Yo no era el dueño, pero el dueño le acabó diciendo que no volviera más, y lo tuvo que hacer con alguno más…
cc #91
Lo que yo no hago es juzgar algo sin saberlo todo, he hablado de algo que ocurre para dar otro punto de vista y habéis opinado teniendo en cuenta ese otro punto. Está todo dicho.
Yo no lo habría echado, no tengo estomago para eso. Pero entiendo que lo pueden haber echado sin tenter ninguna mala intención y presionados por las circustancias.
Mi apuesta nº2 iba para La Corte, cerca de la gran bandera.