En la mañana del 24 de mayo de 2004, un grupo de escaladores que se encontraban a punto de hacer cumbre en el monte Everest contempló con asombro cómo pasaba junto a ellos un ala delta, tan cerca que casi pudieron ver la cara del piloto. A una altura de 9.000 metros y una temperatura de 50 grados bajo cero, el italiano Angelo D'Arrigo acababa de conseguir lo que ningún hombre había conseguido hasta entonces: sobrevolar la cumbre del Everest en vuelo sin motor
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