Manifiesto de Unabomber (XII). Las regulaciones

64. Parece ser que para alguna gente, puede que para la mayoría, estas formas artificiales de consumar el proceso de poder resultan insuficientes. Un tema que aparece repetidamente en los escritos de las críticas sociales de la segunda mitad del siglo XX es la sensación de la falta de objetivos que aflige a buena parte de la sociedad moderna. (Esta falta de objetivos es frecuentemente llamada "anomic" o "vacío de la clase media"). Sugerimos que la llamada "crisis de identidad" es actualmente una búsqueda de un sentido del propósito, frecuentemente centrado en una actividad sustitutoria conveniente. Puede que el existencialismo sea en gran parte una respuesta a la falta de objetivos de la vida moderna. El problema de la falta de objetivos parece haberse convertido en menos serio durante los últimos 15 años aproximadamente, porque ahora la gente siente menos seguridad física y emocional que antes y la necesidad de seguridad les proporciona una finalidad. Pero la falta de objetivos ha sido sustituida por la frustración ante la dificultad de obtener seguridad. Enfatizamos el problema de la falta de objetivos porque los liberales y los izquierdistas desearían resolver nuestros problemas sociales por medio de garantizar la seguridad de todos a través de la sociedad; pero, aun en el caso de que pudiera hacerse tal cosa, eso sólo traería de nuevo el problema de la falta de objetivos. El problema real no es si la sociedad proporciona bien o pobremente la seguridad a las personas: la clave del conflicto estriba en que la gente depende del sistema para su seguridad en vez de dejarla a su propia responsabilidad. Esto, dicho sea de paso, es parte de la razón de por qué algunos se exaltan sobre el derecho a portar armas: la posesión de un arma pone ese aspecto de su seguridad en sus propias manos. En la sociedad moderna está muy extendida la búsqueda de la "realización", pero pensamos que, para la mayoría, una actividad cuya principal finalidad es la realización (esto es, una actividad sustitutoria) no trae una realización completamente satisfactoria. En otras palabras, no satisface completamente la necesidad por el proceso de poder. (Ver párrafo 41). Esa necesidad puede ser completamente satisfecha sólo por medio de actividades que tienen alguna finalidad externa, tales como necesidades físicas, sexo, amor, posición social, venganza, etc. 

65 Además, donde los objetivos se persiguen a través de mecanismos como ganar dinero, ascender en la posición social o funcionar como parte del sistema de cualquier otro modo, muchos individuos no están en una posición de perseguir sus finalidades autónomamente. La mayoría de los trabajadores son empleados de alguien y, como señalamos en el párrafo 61, deben pasar los días haciendo lo que les dicen y de la manera que se les dice. Incluso el que tiene un negocio propio tiene una autonomía limitada. Una queja crónica de los pequeños comerciantes y empresarios es que sus manos están atadas por las excesivas regulaciones del Gobierno. Algunas de estas regulaciones son indudablemente innecesarias, pero la mayor parte son esenciales y partes inevitables de nuestra sociedad, extremadamente compleja. Una gran porción de los pequeños negocios de hoy operan con el sistema de franquicia. En el Wall Street Journal se narraba hace unos años que muchas de las compañías adjudicatarias de franquicias pedían a los solicitantes de estas pasar una prueba de personalidad que está ideada para excluir a aquellos que tienen creatividad e iniciativa, porque tales personas no son suficientemente dóciles como para seguir obedientemente con el sistema de franquicia. Esto excluye a lo que más necesidad de autonomía tienen para iniciar negocios propios.

66 Hoy en día la gente vive más para la eficacia de lo que el sistema hace por o para ellos que por la eficacia de lo que ellos hacen para sí mismos. Y lo que hacen para sí mismos lo es cada vez más por los cauces establecidos por el sistema. Las oportunidades tienden a ser aquéllas que el sistema proporciona y éstas deben ser explotadas de acuerdo con las reglas y regulaciones, y se han de seguir las técnicas prescritas por los expertos, si se espera tener éxito. Los esfuerzos de los conservadores por disminuir la cantidad de las regulaciones del gobierno son de escaso beneficio para el hombre medio. Por un lado, sólo una fracción de estas pueden ser eliminadas, porque la mayoría son necesarias. Por otro lado, la mayoría de las regulaciones afectan a los hombres de negocios antes que a la persona media, por lo que el principal efecto es el de quitar poder al Gobierno para dárselo, no a los ciudadanos, sino a las corporaciones privadas. Lo que esto significa para el hombre medio es que la interferencia del gobierno en su vida es reemplazada por la interferencia de las grandes corporaciones, lo que puede se utilizado, por ejemplo, para verter más productos químicos que penetran en el suministro de agua y producen cáncer. Los conservadores toman al hombre medio por idiota, explotando su resentimiento por el Gran Gobierno para promover el poder de la Gran Empresa.