El 15 de noviembre de 1988, el mundo supo que la Unión Soviética también tenía su propio transbordador espacial. Se había estado desarrollando en secreto durante más de una década y le había costado a los soviéticos miles de millones. Varias de estas naves espaciales estaban en diversas etapas de construcción. Pero el transbordador soviético, llamado Buran, solo se lanzaría una vez. Su desarrollo se debió principalmente a la necesidad de responder al potencial militar que podía tener el transbordador espacial de la NASA.