Los investigadores encontraron que los hombres tendían a ser juzgados mucho más severamente cuando sus bromas fallaban, y también eran juzgados como menos simpáticos y divertidos en la misma situación. Esto podría deberse a que, en general, se considera que las mujeres están más atentas a los demás y menos interesadas que los hombres en el avance individual, dijeron. Hacer bromas, incluso cuando son mal recibidos, es visto como un intento de conectar y ‘promover objetivos comunitarios’ por parte de las mujeres, en oposición a la percepción...