El diagnóstico del doctor Laporte es categórico: nos medicamos demasiado para nuestra salud y no por nuestro propio interés. Estamos dando con nuestros presupuestos públicos –y, ay, impuestos– soluciones farmacológicas fáciles, que benefician sobre todo a quienes las venden, a problemas sociales y de solución más compleja que recetar antidepresivos. Es más fácil dárselos a quien sufre la ansiedad de no saber si tendrá acceso a la vivienda que darle una.