Los cielos españoles son una víctima colateral de la carrera espacial china. Cada vez que la potencia asiática envía al espacio un nuevo bloque de su ambiciosa estación espacial, a los pocos días los medios españoles se ven en la tesitura de enviar alertas porque un pedazo gigante de chatarra espacial puede caer sobre nuestras cabezas. La explicación es simple, pero tiene dos partes.