La autora principal, la Dra. Elizabeth Claire, dijo que el trabajo estaba pensado originalmente para ayudar a los conservacionistas y ecologistas a estudiar los entornos biológicos. Sin embargo, con un desarrollo suficiente, podría utilizarse para mucho más. Las unidades forenses podrían extraer el ADN del aire para determinar si un sospechoso ha estado presente en la escena de un crimen. También podría ser útil en medicina: los virólogos y epidemiólogos podrían entender cómo se propagan los virus transmitidos por el aire.