Relatos cortos

encontrados: 13, tiempo total: 0.004 segundos rss2
5 meneos
63 clics
La increíble historia de Victor Souza Martínez

La increíble historia de Victor Souza Martínez

El por aquel entonces entrenador del River, el Sabio Bonaerense, Don Gregorio Mínguez López, el gran Goyito, ordenó calentar al joven delantero de 19 años en la banda, realizando cortas carreras, mientras la afición abroncaba al equipo local por no ser capaz de dar la vuelta al marcador. Pero una bala perdida de la lejana en el espacio pero presente en la afición guerra de las Malvinas le alcanzó en plena carrera, incrustándosele de lleno en el corazón, causándole la muerte en el acto.
9 meneos
16 clics
Fuera de mí

Fuera de mí

Siempre me ha gustado la escalada. Aprendí a practicarla en una escuela cerca de mi pueblo. Me enseñó un vecino al que también le apasionaba. Con él aprendí a trepar chimeneas, a defenderme por diedros, subir usando mis dedos por grietas. Todos los fines de semana iba a ascender monolitos, paredes, agujas. La sensación de dominar la verticalidad me hacía sentir libre.

La escuela de escalada se me quedó pequeña y enseguida empecé a volar hacia otras zonas. Picos de Europa, Pirineos... paredes cada vez más complicadas, más largas, sólo o con algún compañero, nada se me resistía. Escalada en caliza, en granito o incluso en el complejo conglomerado de Riglos. Fui capaz de abrir alguna vía complicada como la de Las Algas en la cara este de los Picos de Infierno o Guatepeor en el Pico Valdecoro.
9 meneos
16 clics
48 horas más

48 horas más

Se levantó de la cama con una idea obsesionándole. Seleccionó la aplicación de su móvil, como hacía todos los días, y se puso a trabajar. La idea que hasta entonces era imposible, se volvía real. Llevaba tiempo estudiando las posibilidades de la nanotecnología, y vio que el diseño que le rondaba la cabeza era factible.

Un pequeño nanorobot de ordenes simples. Montaría un contador geiger simple capaz de medir la emisión de neutrones de micropartículas, y por tanto de seleccionarlas. Si el pequeño robot topaba con una partícula radioactiva, la engulliría, hasta llenar su depósito. Dos órdenes simples. Engullir partículas o expulsarlas.
9 meneos
73 clics
Mi empresa de lotería

Mi empresa de lotería

Mi empresa de lotería
Mira que estaba planeada hasta el último detalle. Convencido de que no fallaría, diseñé una estrategia con el fin de ganar a la lotería estas navidades, mediante un sistema infalible. Una idea sencilla, basada en el anuncio de la televisión de este año.

Una vez lo vi se me ocurrió cómo explotar el sistema. Al principio pensé ir bar a bar con mi propuesta, pero al final decidí que era más sencillo realizarlo por correo electrónico, ya que así llegaría a un número muy importante de bares.
8 meneos
45 clics
La última cena

La última cena

Aquella era una noche especial. Si todo salía como estaba previsto, uno de los comensales en aquella cena le traicionaría a las autoridades religiosas. No tenía dudas sobre lo que pasaría después, se imaginaba que intentarían eliminarle, ejecutarle.

Pero la autoridad religiosa estaba sometida al poder civil de Roma, y no podía tomarse la justicia por su cuenta, por lo que necesitaban que fuera el gobernador de aquella lejana provincia judía quien le condenara a muerte. Lo que no sabían era que al cumplir la sentencia, probablemente mediante la crucifixión, sus revolución se afianzaría.
8 meneos
36 clics
Adéle (Homenaje a Charlie Hebdo)

Adéle (Homenaje a Charlie Hebdo)

Adéle salió temprano de casa. Esa mañana había cogido unas horas libres en el trabajo ya que tenía que ir al centro de Paris al notario para firmar la hipoteca de su nuevo piso. Era un pequeño apartamento en un barrio de la periferia, pero iba a ser suyo.
Tras su divorcio había vuelto a casa de sus padres, y con más de cuarenta años, consideraba que aquello no era una buena idea, ya que ahí no disponía de la suficiente libertad para hacer lo que quisiera.
9 meneos
58 clics
Huida desesperada

Huida desesperada

Cuando bajó la ventanilla el policía que les había dado el alto le solicitó la documentación. Él se agachó y abrió la portezuela del salpicadero para cogerla, pero en vez de sacar los papeles del coche, cogió un arma que tenía allí escondida y ante la estupefacción de su compañera le disparó en la cara al agente para posteriormente acelerar y escapar del control de carretera en el que les habían detenido.

Tras unos kilómetros conduciendo a gran velocidad, se salió de la carretera principal introduciéndose en un camino de montaña hasta que llegó a un pequeño caserío abandonado. Allí se dirigió a ella.
10 meneos
40 clics
El descubrimiento de Europia, Historias de la Argentina

El descubrimiento de Europia, Historias de la Argentina

El mayor problema que presentaban las relaciones entre Argentina y su vecina Chile era el derivado a las comunicaciones entre ambos países, algo muy complejo debido a la cordillera de los Andes, frecuentemente azotada por fuertes ventiscas que cubrían de nieve los puertos imposibilitando el acceso al tráfico rodado.

El tráfico marítimo tampoco mejoraba ya que el cruzar el Cabo de Hornos, en medio de fuertes tempestades, lo hacía inviable al comercio regular. Por tanto, debido a las inclemencias del tiempo, se producían frecuentes malentendidos que tensaban la diplomacia entre ambos vecinos.
10 0 1 K 44
10 0 1 K 44
11 meneos
60 clics
Sábado noche (Txominadas)

Sábado noche (Txominadas)

Hoy hemos quedado la cuadrilla, hemos salido a romper. Hemos estado de cena y luego tomando cervecitas por el casco viejo. Con las primeras cervezas se hace una selección del ganado que tendremos esta noche. Se ven chicas de más o menos nuestra edad, o sea, cuarentonas, bien arregladitas, mostrando sus gracias en generosos escotes y cortas faldas, protegidas del frio por largos abrigos. ¿Aguantarán con los tacones toda la noche? Me da que llevan unas típicas alpargatas vascas en esos bolsos enormes que gastan.

El mostrar bustos y muslos no evita que al principio de la noche aún podamos distinguir las arrugas en los ojos, el código de barras en los labios, las hechuras lorcianas y otros pequeños defectos que a partir de las dos de la mañana desaparecen gracias a esa mezcla mortal de cubata y presbicia...
11 meneos
28 clics

El delincliente

Aquella mañana no me sentía con ganas de ir a trabajar. Estaba atravesando una mala racha. Durante el último mes apenas habían pasado por el bufete tres personas, para consultas banales. Y a dos de ellas ni les cobré. Mi despacho no era tan famoso como para facturar a 200 € la hora, no era más que un mediocre abogado que se ocupaba de casos de divorcios y algún que otro impago, que como generalmente no conseguía ganarlo, a pesar del trabajo realizado, me quedaba sin cobrar.

¿Para qué madrugar e ir a la oficina? Para ver la cara de mi secretaria, una mujer voluntariosa y muy eficaz, que cobraba el salario mínimo y con la que tenía que hacer cabriolas para poderla pagar a fin de mes. Necesitaba mantener una imagen, por lo menos de cara a ella, ya que si tal y como estaban las cosas, no acudía a trabajar, posiblemente acabaríamos mal.
12 meneos
65 clics

El último hombre sobre la faz de la tierra

Entró en la casa cuando el sol se ponía por el horizonte. La pesadilla había acabado, o comenzaba en ese preciso instante. No sabía qué era peor, todo lo que había pasado, o lo que quedaba por venir. Se sentó en la silla, con la cabeza entre las manos, pensativo, agotado. Había sido un día muy duro, el último día de unos meses de incertidumbre.

(Basado en el cuento Knock de Fredic Brown)
12 0 0 K 65
12 0 0 K 65
4 meneos
50 clics

Un cotidiano agujero de gusano

La doctora Andrea Salazar comprobó la fecha en el calendario que había en la pared de su laboratorio de física cuántica en la Universidad de Míchigan. Llevaba mucho tiempo estudiando los viajes en el tiempo y por fin, después de muchos años de estudio, había llegado a la conclusión de que eran más habituales de lo que la gente pensaba
2 meneos
8 clics

El listín telefónico

El otro día tuve un sueño. Un sueño extrañísimo. En mi sueño, mi madre me decía que había llamado alguien intentando venderle libros. Yo le dije que cuando recibiera una llamada así, simplemente colgara. Sonó el teléfono. Fui yo a cogerlo y, al hacerlo, oí la voz de un señor muy mayor, pero que muy mayor, hablándome con dulzura sobre unos libros. Le dije “No queremos libros, gracias”. Y le colgué.
En ese momento sentí una punzada de dolor tan aguda que ya no sé si seguía durmiendo o estaba despierta. Recordaba la dulce voz, tan tierna, y me sentía culpable por haberle colgado el teléfono. ¿Por qué soñaré estas cosas tan tristes? Y escuché mi propia voz diciendo, entre lágrimas: “Porque tienes que escribir un cuento”.

menéame