En tiempos de cambios, verso y máquina se abrazan,
un ballet de palabras, poesía mecanizada,
donde los robots, cual poetas modernos,
componen versos con talento sobrehumano.
Sus cables entrelazados, letras algoritmo,
forjan estrofas con destreza y ritmo,
imágenes vibrantes, rimas celestiales,
mas, ¿dónde queda el alma en los versos artificiales?
Mientras los robots pintan con tinta electrónica,
los humanos luchan en la vida cotidiana,
trabajan duro, cincelan su existencia,
buscando el sustento, pagando la subsistencia.
El salario mínimo, como grillete apretado,
limita sueños, ambiciones, el anhelo frustrado,
mientras los autómatas danzan en la cumbre,
los hombres suspiran, alzan la voz que retumba.
Los poetas humanos, con su tinta rebelde,
se aferran a la esencia, a la pasión incansable,
sus versos no son perfectos, pero llevan vida,
sudor y lágrimas entrelazados en cada línea.
Y aunque los tiempos cambian, veloces y acelerados,
la esencia humana no se pierde en lo programado,
pues en el corazón late el eco de un verso sentido,
que resiste al avance, a lo automatizado.
@FrayM