Un hombre que se ha hecho un blackout en la cara (tatuaje que consiste en cubrir una zona del cuerpo de tinta negra) se queja ahora de que sufre racismo: "Me han llamado Baltasar, minero y de todo", dice ante la incontinencia de risa de su entrevistador. Más consecuencias. Explica que tras tatuarse las orejas se quedó prácticamente sordo durante una semana. Otra situación entre lo hilarante y lo desesperante para él es que el iPhone no le reconoce la cara cuando quiere desbloquearlo: "Me dice que me quite lo que tengo en la cara".
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A mí los piercings me dan mazo grima, cuanto más pequeños más grima me dan, y me tengo que aguantar. ¿Por qué? Porque son una decisión de quién se los hace. Tampoco me gustan las corbatas y las respeto, las cabezas rapadas y las respeto, tampoco me gustan los pelucos y los respeto... A mí no me gustaría que me impusieran sus criterios otras personas, por eso yo no los impongo.
Muchos tatuajes de gente "socialmente aceptada" los hacen personas con mazo de tatuajes.