Laura Sancho es catedrática de Historia Antigua en la Universidad de Zaragoza. Concretamente, está especializada en las instituciones, los conflictos políticos y el pensamiento político en la Atenas de los siglos V y IV a.C.,
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Precisamente el leer a los clásicos de literatura, en un castellano pasado del cual muchos no entienden bastantes palabras, y en algunos casos extremadamente pedantes, es lo que echa a la gente para atrás. Si quieres fomentar la lectura, las lecturas deben ser amenas. Luego ya con el hábito adquirido, que lean lo que sea. No puedes crear hábito aburriendo y no entendiendo.
Por cierto, es una entrevista publireportaje de su libro. El contenido apenas esta relacionado con el titular. Con link de compra al final.
No pueden acceder a un trabajo, no tienen futuro, pero lo importante es pillar un movil molón. Mariano Jose de Larra los correria a gorrazos.
No he leido todavía un clasico de la literatura que me haya parecido con un "lenguaje castellano pasado" salvo que sea referido al Cantar del Mio Cid en version en castellano antiguo.
Los Episodios Nacionales de Galdós son autenticos reportajes, la Celestina te partes con lo bien que retrata al ser humano, las Novelas Ejemplares de Cervantes son verdaderos sketches y la España Invertebrada de Ortega te permite entender a este pais y sus gentes en escasas 80 paginas. Y solo estos se me ocurren a bote pronto.
Creo que me he leido un buen numero de esas cosas (aka LIBROS) de "lenguaje castellano pasado" dime alguna que te parezca aburrida, pedante... pero por supuesto, que te hayas leido.
Lo de la imaginación lo veo a medias, una imagen ayuda a comprender mucho mejor lo que se intenta describir.
El título basura sólo hace referencia a una "anécdota" dentro de una entrevista cuyo motivo de debate principal es LA DEMOCRÁCIA. Si fuese la docente estaría escupiendo en el mail del mierdaperiodista que hizo la entrevista.
PD para no iniciado e iluminados varios: Leer no es tomar una obra clásica diseñada para entretener y entretenerte, o no, con ella.
Leer es trincar un memotreto de 500 páginas y empollartelo en 3 semanas porque viene otro igual y los dos caen en el examen. Obras que no se pensaron para 3 semanas, obras que no se pensaron para entretenerte y menos aún para ser amenas.
Si el ser humano, su élite universitaria, ya no es capaz de hacer eso, paren máquinas porque estamos involucionando.
Ahora, los que hacían como dice #13 y mandaban leer libros entretenidos y adaptados sí han creado lectores. Y mejor aún cuando en vez de libros mandaban listas y se podía elegir.
En la literatura de ficción, pueden aportar, pero yo creo que poco. Quizá mapas y elementos así para situar al lector, pero por lo demás, creo que la imaginación es mejor idea.
Ella no se refiere únicamente a la literatura de ficción: "En lugar de animar, en concreto, a leer mi libro, sí animo a leer: leer a los clásicos de todos los tiempos; leer literatura, ensayo o historia", sino a todo.
No estoy de acuerdo con #3 en que los clásicos sean aburridos (ni en que tengas que leerlo en un castellano arcaico, existen adaptaciones). Pero sí señala algo interesante: introducir a la gente a la lectura con lecturas amenas, dice él. Yo lo diría de otra forma, pero viene a ser lo mismo: lecturas accesibles.
Cuando iba a la ESO, creo que a tercero, me hicieron leer "Caperucita en Manhattan" de Carmen Martín Gaite. No he vuelto a tocar ningún libro de esta señora después de eso. Tampoco de Pío Baroja después de leer "La ciudad de la niebla". Hoy, con treinta y pico años, soy consciente de que el problema no era el libro, sino mi capacidad de comprender y asimilar el mensaje, y mi madurez. Deberían haberme dado a leer otros libros, quizá otros clásicos como "La isla del Tesoro", que leí en segundo de secundaria, y me fascinó.
En mi casa se leía, se leía mucho. Y me costó coger el hábito de leer. En la ESO leía los libros obligatorios. En Bachiller leía quizá alguno más. En la Universidad la cosa empezó a dispararse un poco más. Hasta hace tres años, no había ningún día que no leyera, entonces nació mi hijo y el agotamiento (intrínseco a los primeros años de paternidad), me hacía dormirme ante las páginas en los ratos libres que intentaba leer. Se paró la lectura un tiempo y ahora, aunque no leo cada día, siempre tengo un libro empezado y otro preparado para cuando acabe, y al menos los días que voy a la oficina aprovecho la hora y veinte de tren (total de ida y vuelta), para quemar páginas.
Creo que #3 tiene razón cuando señala que la lectura no se introduce bien. Si me la hubieran introducido mejor, quizá había empezado a devorar libros mucho antes, y algunos de esos clásicos que no disfruté los habría acabado disfrutando.