Hace ya más de seis décadas que Jane Goodall pisó por primera vez las frondosas selvas de Gombe, en Tanzania, donde empezó su pionera investigación sobre el comportamiento de los chimpancés. Sus descubrimientos sobre estos primates, tan similares a los humanos, supusieron un hito científico que, todavía hoy, nos recuerda lo interconectados que estamos con la naturaleza y los animales. Esta veterana activista fundó su propia organización para la conservación de la vida silvestre: el Instituto Jane Goodall.
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El ser humano es una especie. No son habitantes de un país con su frontera, ni los seguidores de una religión en particular, etc... todos somos uno y como tal deberíamos de trabajar. Por nosotros, por nuestros hijos, por nuestra especie, por la posibilidad de un mañana.
Si nos diésemos cuenta de eso y todos trabajásemos para impulsar nuestra humanidad viviríamos pacíficamente en un planeta rebosante de vida, recursos y pureza.
No tenemos autoridad moral para pedirles a indios o chinos que contaminen menos. Desengaños, el cambio climático y la destrucción de muchos ecosistemas es inevitable. No se va a detener, tendremos que comernos las consecuencias.