Sobre el multiverso

Nuestro mundo según la física moderna parece ser parte de una realidad preexistente. Ya antes del famoso Big Bang existían las leyes físicas naturales, y también existía una sustancia (el campo del inflatón) con el potencial de generar en cualquier momento un Universo mediante un proceso cuántico de tunelaje hacia estados de menor energía. Este tunelaje pudo suceder aleatoriamente en cualquier momento y lugar del inflatón y causar espontáneamente desde la nada "material" la aparición (nucleation) de un Universo "burbuja" que se expandirá exponencialmente en millonésimas de segundos. Al detenerse la expansión se produce un brusco "frenado" que transforma esa cinética de movimiento en la creación de billones de partículas dentro de la propia "burbuja": este "llenado" espontáneo es de hecho lo que se entiende por Big Bang. Este mismo proceso se cree que se repite por entre el inflatón de manera continua por lo que nuestro Universo sería (probablemente sea, mejor dicho) un caso particular de una multitud de mundos que existen de manera independiente (multiverso).

Por otra parte, desde el mismo momento en que nuestro particular Big Bang sucede las pequeñas diferencias (de origen cuántico) en la densidad de la distribución de materia/radiación resultante de ese "llenado" va guiando la dinámica del mundo hasta que tras 380.000 años se forman los primero átomos estables, dando lugar así a ciertas posiciones privilegiadas del espacio que contienen más densidad de partículas que otras. Fue esta pequeña desigualdad en la distribución del potencial gravitatorio (siempre atractivo) lo que permitió con el tiempo la formación de las estrellas, galaxias, cúmulos, y demás cuerpos celestes.

Durante todo el tiempo posterior al Big Bang ocurren dos fases principales en la evolución cósmica donde primero se produce sobre el cosmos en sí la dominación atractiva de la radiación y más adelante la dominación atractiva de la materia por lo que la expansión del espacio se va frenando en estos periodos. Sin embargo, algo extraño ocurrió hace alrededor de 8.000 millones de años: el espacio de nuevo comienza a expandirse exponencialmente (justo como en el origen en el periodo inflacionario). Este efecto de repulsión se debe a la denominada energía oscura, y muchos piensan que es el remanente (eso sí, con mucho menor potencial) del propio campo del inflatón que al principio favoreció que aconteciera el Big Bang. Grosso modo con la energía oscura ocurre que conforme el espacio de expande aparece espontáneamente aún más energía oscura en el nuevo espacio creado. Así pues se produce un efecto retroalimentado: al aumentar el espacio aumenta el área del Universo, y la energía oscura sabemos que es un "algo" (inflatón o lo que sea) que se encuentra distribuido de manera constante (y con densidad por unidad de área constante) naturalmente en cada posición del espacio. Así pues más área supone más energía oscura empujando al propio espacio que crece aún más rápido, lo cual crea aún más energía oscura y, bueno, ese es el origen de la expansión exponencial que llevará al Universo a una segura "muerte" térmica en donde cada objeto macroscópico se habrá separado y aislado de todo lo demás tras un horizonte cosmológico.

Es decir, que esta "burbuja" nuestra que llamamos Universo acabará primero aislando cada galaxia de las demás, y luego, una vez todo sean pequeños sistemas aislados y cerrados por horizontes cosmológicos la física llevará a cada una de estas islas existenciales (ya sin flujo neto de energía) hacia su estado de máximo equilibrio termodinámico: es decir, hacia su "muerte" térmica. Nuestro mundo será entonces, justo como al principio, un frío mar de nada cuántica. Toda la perturbación en los campos habrá cesado y la expansión llevará por fin a que la "materia" deje de de nuevo de existir como concepto físico.

Podemos ver que existe una asombrosa conexión entre el estado que presentará el fin de nuestra realidad y su estado original, aunque existe una diferencia que no se puede pasar por alto: en todo el proceso ("nacimiento-muerte") se habrá consumido parte de la energía potencial del inflatón (justo cuando cayó mediante tunelaje cuántico a un menor estado energético). Esto significa que podría ser el caso de que en el fondo toda la realidad (todo el multiverso) no fuese otra cosa más que una colosal maquinaria encargada de devorar gradientes energéticos: acabar en suma con el potencial del propio inflatón en sí mismo. En fin, de momento este punto es pura especulación (como lo es el multiverso en realidad) pero llama la atención la similitud entre este proceso inflacionario guiado por supuestas diferencias de potencial, y el modo en que la física empírica nos enseña como ante cualquier diferencia de potencial el fenómeno empírico actúa en nuestro mundo en consecuencia siempre generando (creando) un movimiento o flujo dirigido precisamente a terminar con este gradiente.

Sea como fuere nuestro cosmos está condenado a "morir" en un estado de máximo equilibrio en donde no existirá ya diferencia de potencial alguno. De hecho, es precisamente esta tendencia natural por abolir gradientes la fuente principal de toda la mecánica del mundo: inerte o animada. Porque en este sentido el mundo no distingue en esencia de ninguna manera entre fenómenos vivos o no vivos, siendo más bien esta diferencia fruto de nuestra subjetiva interpretación. En el fondo la naturaleza todo lo que "desea" es maximizar la cantidad de movimiento (de flujo) por entre su ser. Maximizar así, en suma, el ritmo al que se devora toda diferencia de potencial dadas las circunstancias particulares en cada momento y lugar para alcanzar así cuanto antes su propia "muerte" térmica. Y para tal fin se vale de cualquier medio (organización estructural) .

Precisamente fue siguiendo esta misma (y única) tónica de evolución natural cósmica, como resultó que el mejor modo en que se pudo consumir gradientes en cierto planeta fuera del equilibrio térmico (al estar girando alrededor de una estrella) hace más de 4.000 millones de años fue mediante la repetición de ciclos macromoleculares. Ciertas reacciones químicas estables y capaces de replicar su ciclo de formación resultaron ser ideales medios para acaparar la energía resultante de la llegada de energéticos fotones surgidos en la estrella cercana, y transformar estos mismos fotones luego en una radiación infrarroja de muy baja calidad y sin potencial para generar nuevo movimiento. Así pues el planeta espontáneamente evolucionó para constituirse en una caldera gigantesca capaz de devorar la potencia radiada por la estrella y lanzar al espacio como desecho radiación inútil. Huelga decir que hablamos de la Tierra, el Sol y el surgimiento de lo que entendemos como vida.

Posteriormente la historia de la vida es la historia de cómo esta caldera planetaria terrestre ha ido evolucionando en su conjunto (quizás en un sentido holístico -Gaia- tal como lo entendía la destacada bióloga Lynn Margulis), siempre "buscando" la máxima eficiencia disipativa posible. En este concreto sentido hablaron también con mucha propiedad Dorion Sagan y Eric D. Schneider en su libro "La Termodinámica de la vida: física, cosmología, ecología y evolución" al decir:

«Lo que más nos interesa aquí es la gran simplificación sintetizada en el aforismo "la naturaleza aborrece los gradientes". Este concepto sorprendentemente fructífero, que exponemos en detalle, condensa buena parte de la investigación reciente en termodinámica. La idea de que la naturaleza aborrece los gradientes, una de las nociones clave de este libro, es muy simple: un gradiente no es más que una diferencia de temperatura, presión o concentración química, por ejemplo a lo largo de una distancia. La aversión de la naturaleza hacia los gradientes implica que éstos tenderán espontáneamente a desaparecer, de manera especialmente espectacular por la acción de sistemas complejos autoorganizados, que aceleran su disgregación. El concepto simple de gradientes que se deshacen resume la difícil ciencia de la termodinámica, desmitifica la entropía -tan importante para el universo como la gravedad- y arroja luz sobre cómo surgen de manera natural estructuras y procesos complejos, incluidos los de la vida. Al final se plantean diversas cuestiones filosóficas que resultan ineludibles. La principal es la existencia de la vida. ¿Por qué existe la vida?¿Tiene ésta, desde una perspectiva científica, una función general? Nuestra respuesta es que sí. Un gradiente de presión barométrica en la atmósfera (la diferencia entre masas de alta y baja presión) da pie a un tomado, un sistema cíclico complejo. La función del tornado, su propósito, es eliminar el gradiente. La vida tiene un propósito natural similar. Sólo que, en vez de deshacer rápidamente un gradiente de presión y después desaparecer, la vida tiende a reducir, en el transcurso de miles de millones de años, el enorme gradiente estelar que existe entre el Sol caliente y el espacio frío, ganando complejidad en el proceso. La evolución de formas de vida complejas e inteligentes puede explicarse por la eficacia de la vida como sistema cíclico consagrado a la reducción de gradientes. La función original y básica de la vida, como la de los otros sistemas complejos que examinamos en este libro, es reducir un gradiente medioambiental.»

Pero todo esto, por supuesto, implica que el propio ser humano (razón y conciencia incluidas) no son en el fondo más que parte de este intrincado proceso disipativo general. No somos especiales ni distintos en nada esencial del resto de seres vivos (ni no vivos). Somos, en pocas palabras, un medio más del cual el Universo se vale para luchar en su animadversión ante los mencionados gradientes. En este sentido dicen estos mismos autores:

«"Heráclito tenía razón", afirma Popper, "no somos [el individuo] cosas, sino llamas. O, más prosaicamente, somos, como todas las células, procesos metabólicos, redes de vías químicas.[...] Los árboles despliegan activamente sus raíces y hojas para absorber el agua y la energía, dos ingredientes necesarios para incrementar la disipación. [...] Cada nueva hoja, cada nueva predisposición fototrófica, es una nueva oportunidad para la degradación de energía. En resumen, el dicho cartesiano "pienso, luego existo" se convierte en "existo porque disipo".»

Pero el hecho de que seamos de momento el medio más efectivo a la hora de disipar energía no implica que siempre lo vayamos a ser. Nuestra especie no tiene ninguna gracia divina, ni está implícito que estemos sentados en la cúspide de la máxima eficiencia que ya se hubiese logrado con nosotros. Justo al contrario, es más que probable que seamos reemplazados, quizás no dentro de mucho, por otras estructuras (biológicas o no, lo mismo da) que sean capaces de llevar la destrucción del gradiente energético que genera el Sol a cotas muy superiores a lo conseguido por nosotros. Y en cuanto este sea el caso la naturaleza se deshará de nosotros sin miramientos ni contemplaciones: pasaremos a formar parte del registro histórico como un peldaño más en esta carrera natural de fondo. Ciertamente lo que quiera que sea que nos sustituya será tan inteligente (en el sentido de ingenioso) o más que nuestra especie. Y aunque no es imprescindible que posea consciencia, lo que sí será sin duda es un tipo de estructura mucho más eficiente que nosotros a la hora de la generación neta de densidad en el flujo de movimiento.

En resumen: mirando desde esta perspectiva termodinámica, bien parece que todo el multiverso fuese algo así como una gran máquina encargada de devorar sus variaciones de potencial. Es decir, que estamos tentados de extrapolar lo que vemos en nuestro mundo local hacia el conjunto completo de la realidad. Y es que toda la realidad (al menos toda a la que tenemos acceso experimental) aparenta consistir en ser una suerte de universal "lucha" natural en pos de agotar tan pronto como sea posible la utilidad energética existente de manera intrínseca. Esto es, extinguir y acabar con la capacidad esencial del propio Ser de modo que la realidad finalmente "agote" completamente y de una vez por todas su potencial. En el caso más general del multiverso este proceso sería el de crear y generar movimiento desde la nada metaestable (con potencial) del inflatón, hasta que todo se disipe de nuevo en la nada ("muerte" térmica), y repetir este mismo procedimiento tantas veces como sea necesario hasta que se consiga alcanzar por fin una nada estable y sin potencial alguno para generar nuevo cambio (nuevos mundos).

En cualquier caso una cosa está clara: en este particular Universo nuestro, único al que tenemos acceso empírico, todo se confabula y estructura de continuo para apagar y atenuar su propio ser intrínseco. Cuando miramos a nuestro alrededor absolutamente todo lo que vemos, personas incluidas, nos somos más que medios naturales con los que la realidad se afana con vehemencia en acabar tan pronto como sea posible con su capacidad existencial (esto es, con toda diferencia de potencial).

Es evidente que a todos estos hechos fenoménicos se les pueden sacar mucha chicha filosófica, pero eso escapa del alcance de esta entrada que bastante larga me ha quedado ya. Sólo mencionar de todas formas un nombre para aquel que tenga inquietud en este sentido: Philipp Mainländer.

Fuente principal del artículo: quevidaesta2010.blogspot.com/2018/05/lo-que-la-ciencia-nos-dice-sobre-