El cadáver del 78 lleva oliendo desde hace mucho tiempo. Y los españoles son como los niños de la noticia del otro día: viven con un cadáver en casa, pero siguen jugando y viendo la tele, como si no pasara nada, ignorando que la Constitución Española está muerta. La mataron en 2010 con la sentencia del Estatut. No escucharemos hablar de esto en la TVE de Mariano. Los andaluces copiaron literalmente aquel Estatuto y nadie lo declaró inconstitucional hasta hoy, pese a que en esencia dice lo mismo que el catalán, que sí fue derogado en varias partes de su articulado. Los monstruos que desató con su irresponsabilidad el PP al presentar aquel recurso son los que rondan ahora por las calles de Cataluña y de toda España.
Esto es sólo el principio del principio. Si los españoles no nos andamos con cuidado la ya inevitable reforma puede coger el camino de la involución, entrampándonos otra vez en el pasado y el subdesarrollo. Al loro con lo que viene. Cuanto más tardemos en empezar de cero más traumático va a ser, y con menos garantías. La reacción catalana es sólo el síntoma de la defunción del pacto social, hecho añicos por quienes, precisamente, tienen la obligación de preservarlo.
@casicasi Tú lo has dicho: el problema de España no es la Constitución, que es manifiestamente mejorable, sino el Gobierno que nos gobierna. Pero la basa social de ese gobierno seguirá estando ahí, por mucha Constitución que cambies.
@bedeone Cuando nos convenzamos de que el PP tiene solamente un 19% de apoyo del cuerpo electoral habremos avanzado muchísimo. No son más: sólo están mejor organizados.
@gale Que el TC declare inconstitucional un articulado no es la novedad. Que lo haga tras haber sido pactado entre el Congreso y el Parlamento catalán, y además refrendado por todos los catalanes, bajo la influencia de los tejemanejes habituales en materia de nombramiento de magistrados, y a propuesta de un grupo parlamentario que deliberadamente omitió hacer lo propio con otro estatuto igual de inconstitucional, eso es otra cosa. No es una cuestión jurídica (yo no niego ni afirmo lo acertado de la sentencia). Es una cuestión política: la actual constitución no garantiza los principios que deben informar un texto de esas características. No es una cuestión de legalidad, sino de legitimidad. La constitución actual ha dejado de ser eficaz para garantizar la paz y la integración social. Lo fue en su día. Ahora ya no lo es. Ahora sólo es el paraguas bajo el que se refugian los granujas y los ingenuos. La ley suprema es papel mojado porque cada vez más gente deja de creer en ella. Una constitución que no es creída por sus destinatarios es equivalente a un rollo de papel higiénico, por muy buenos resultados que haya dado en épocas pretéritas. Quien no quiera verlo, que no lo vea.
Esto es sólo el principio del principio. Si los españoles no nos andamos con cuidado la ya inevitable reforma puede coger el camino de la involución, entrampándonos otra vez en el pasado y el subdesarrollo. Al loro con lo que viene. Cuanto más tardemos en empezar de cero más traumático va a ser, y con menos garantías. La reacción catalana es sólo el síntoma de la defunción del pacto social, hecho añicos por quienes, precisamente, tienen la obligación de preservarlo.