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Una casa sin neveras ni cocina para "los que no pueden dejar de comer": el Síndrome de Prader Willi
Un chico devoró una treintena de latas de comida de gato. Tragan fertilizante, pintura, cajas enteras de galletas... Y, cuando todos los niños del recreo se ponen a jugar, ellos siguen rebuscando en las papeleras. Comer como una obsesión inagotable. La ingesta como forma de destructiva compulsión. Ahora, por primera vez, una residencia acogerá a pacientes de esta enfermedad rara: el síndrome de Prader Willi.
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comentarios cerrados
En realidad a mi lo que me preocupa es que quemará la casa o me reventar a él coche a pedradas. Cosas que intento hacer en varias ocasiones.