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Ateísmo militante

AVISO: Se recitará un conjuro del Libro de los muertos destinado a todo aquel que vote favorablemente el meneo, esto le ayudará a superar el juicio de Osiris y a asistirlo en su viaje a través de la Duat, el inframundo, y al Aaru, en la otra vida.

Me considero un ateo militante clásico. Llegué a la causa dawkinsiana en su momento más glorioso (#1, 1), desde entonces no he dejado de meterme con las religiones y llamo blandengues a los agnósticos con frecuencia (#1, 2). Creo que cumplo con el cupo de ateísmo militante. Pero también pienso que el ateísmo es sólo escepticismo (#1, 3) aplicado a uno de tantos personajes de ficción. Como pasa con el apitufismo tampoco es una idea desde la que se hayan organizado grandes movidas en pos de la ilustración o el progreso, más bien es la posición lógica que tiende a surgir en una minoría, generalmente pudiente y ociosa, cuando esas cosas buenas se instalan en sus cerebros. Hay ideas que alimentan el ateísmo, como la propia actividad científica, pero por él mismo no ha tenido mucho alcance, y al contrario de lo que parece el ateísmo no tiene que ir de la mano de la razón.

No hay más que ver la de webs de ateos que celebran que sin dioses uno es libre, que somos polvo de estrellas y tras la muerte nos desintegramos y nuestros átomos formarán parte de nuevo de otra estrella... o de un zapato... ¡Maravilloso! Aunque tampoco es cuestión de entregarse al fatalismo por descubrir que no existen dioses bondadosos que nos recompensarán con doncellas y vida eterna tras la muerte, esos dioses ni existieron, ni la humanidad consiguió imaginarlos. Salvo en tiempos muy recientes, en los cuales los dioses sólo pueden hablar de "amor" y ser políticamente correctos, todos los dioses de antaño fueron tan buenoides como malotes, y tuvieron ocurrencias que han llevado al creyente tanta esperanza como temor. Pero el universo en el que usualmente se encuentra el ateísmo es infinitamente más terrorífico y abismal que el minúsculo y razonable cosmos que pintaron las religiones, sólo es mejor que el diminuto universo de éstas porque es alucinante e inocente.

O ahí está la gente que no cree en dioses, pero creen en la creencia en los dioses, y que con intención de preservar la "cultura católica" (#1, 4) apoyan el adoctrimiento religioso de los niños porque no conciben que la mejor moral pueda venir de otro lugar. También porque manejan la sempiterna idea de que "las masas" no se encuentran preparadas para abandonar la religión, ésta que fue antiguamente una razón de las élites paradójicamente es una idea que actualmente se extiende entre las propias masas, porque el ateísmo también se expande en su forma oscurantista. Son los ateos que mandan a sus hijos a colegios de curas, para que cuando crezcan se hagan ateos, pero ateos de orden. Han convertido el arte antiguo y las catedrales en su religión, y a un pueblo incapaz de no ser pastoreado por los sacerdotes en la criatura mitológica que justifica la continuidad del culto de sus antepasados. Esto pasa porque el ateísmo, aunque nace de la razón y el conocimiento, no se orienta hacia un fin político concreto, no necesariamente busca ilustrar a la gente y hacerla salir de sus mitos.

Tampoco no creer en dioses le inmuniza a uno contra la credulidad. Hay quienes piensan que los dioses no existen pero creen que somos gobernados por hombrecillos grises venidos de otros mundos o por reptiles (#1, 5) o aun peor, acaban tragándose todo disparate que venga etiquetado como "ateísmo". Por otro lado tenemos creyentes que no están de acuerdo en utilizar a Dios para introducir supersticiones, ideologías arcaicas o sostener a grandes organizaciones de moralidad cuestionable, de modo que convergen con muchos ateos en cuanto a la naturaleza de los cultos, sus consecuencias y como combatirlos. A las religiones las sacude todo el mundo, tanto ateos como creyentes y también lo haría Dios, si fuera bueno. Pero los ateos nunca han sido numerosos y el progreso del conocimiento, las libertades y los derechos se lo debemos principalmente a deístas y religiosos más o menos heterodoxos.

No se puede describir completamente lo que ha sido el ateísmo militante, pero siempre ha ido más allá de la negación de la existencia de los dioses, ahí había muchas ideas como el humanismo, la ciencia, la libertad individual, la igualdad entre los sexos, el laicismo y derechos humanos como la libertad de expresión, la libertad reproductiva o la libertad sexual, todas las ideas que las grandes religiones actuales se han empeñado en oscurecer y aplastar, de modo que se ha dedicado a dar la paliza a los dioses de las grandes religiones, que son los que tienen ocurrencias y una personalidad antropomorfa rica y definida (¡nadie está preocupado por lo que dicen Osiris o Anubis!), y donde se puede meter mano para despiezar al personaje, porque toda idea humana conlleva imperfección, contradicciones e incongruencias, así que toda idea humana se puede analizar y desmontar para señalar sus errores o falsedades, y los dioses son sólo ideas que amontonan más ideas. El ateísmo militante no ha sido simplemente un ateísmo, fue una reacción a unas formas de pensar y a las ideas que se apoyan sobre los dioses y que sostienen unos cuantos oscurantistas, un montón de fanáticos y muchísimos crédulos.