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Los bostezos se contagian

Piense en alguien bostezando. Su compañero de despacho, por ejemplo. Alguien que se sienta frente a usted en una reunión. Fíjese cómo, disimuladamente, se le abre la boca que oculta bajo su mano. Usted mismo, esta mañana, recién levantado. O ayer por la noche, frente al televisor, cuando el cuerpo le pedía ya irse a dormir. Da igual que tenga usted sueño o no (sueño, sueño, sueño). Posiblemente, antes de que termine de leer este párrafo –o el siguiente- se le habrá escapado un bostezo.

| etiquetas: bostezos , contagio , aburrimiento

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