En el año 2012 las grandes editoriales de España dejaron de hacer promociones y descuentos a los colegios para ahorrarse 80 millones de euros que no repercutieron en una rebaja del precio de los manuales. Para conseguir la obediencia, la patronal de los libros Anele envió cartas intimidatorias a profesores y consejeros en las que advertían de que aceptar regalos de alguna editorial díscola podía ser un delito de cohecho.
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