De Libertad, responsabilidad, y saber cerrar la puta boca

Desde el inicio de la pandemia, he tenido que “soportar” la matraca vacunofoba dentro de mi familia. Dos tíos míos, una de ellas profesora y química, han rechazado vacunarse por diferentes motivos. La primera, un rechazo a la sanidad en general por creencias “espiritualistas” y mágicas sin ningún tipo de sostén demostrable científico, y que se traga enterito cualquier video en el que dicen que ponen microchips a las vacunas, y como la zona vacunada por lo visto ofrece suficiente fuerza magnética para sostener una puta cuchara. El otro, por simple miedo a los temibles efectos secundarios pregonados a los cuatro vientos por gente con altavoz y menos perspectiva que cerebro, renuncio junto a su mujer a vacunarse y por extensión a sus hijos (una de las cuales es una ya mayor de edad y futura estudiante universitaria este mismo año).

 

El primero es el caso mas sangrante. Una mujer “supuestamente” formada en ciencias, que aparentemente absorbió conocimientos de memoria, pero no obtuvo ningún tipo de capacidad de lógica por el camino. El ejemplo perfecto de como estudiar o tener títulos no te otorga ningún tipo de sabiduría o autoridad automática. Y una persona que además trabaja formando mentes de adolescentes. Y me gustaría aclarar que la quiero mucho. Tengo preciosos recuerdos de mi niñez con ella, y es una buena persona.

El segundo es un hombre al que una vacuna de la gripe lo hizo ponerse enfermo hace años, y después de la matraca perpetrada por mi tía y por irresponsables con altavoces otorgados desde grandes compañías de comunicación sin contexto ni conciencia, renunció a la vacunación cuando le tocó el turno. Su cámara de eco no ayuda. Muy conservador él , su mujer, su familia política y sus amistades y afiliaciones políticas no ayudaron a estar en un ambiente provacunación.

 

Las opiniones son como los culos, y todo el mundo tiene una sobre las vacunas, su funcionamiento, sus efectos secundarios e incluso sobre como funcionan las vacunas de mARN y sus efectos a largo plazo. No importa que no sea tu campo, o que el tuyo toque de manera muy tangencial la ciencia relacionada. O que lo único que hayas dado sobre el tema es la química de la Educación Obligatoria. Todo el mundo puede opinar de todo, emitir juicios, y aparentemente ACONSEJAR a otras personas.

Pero no todo es la opinión del señor Pepe de Tasca Paco, que te cuenta con un palillo en la boca. El problema gordo no es ese. El problema son los Opinadores Profesionales TM. Gente que no niego pueda tener conocimientos, pero se arrojan la capacidad de opinar de geopolítica, biotecnología y Vulcanología de manera alterna en distintas tertulias televisivas. Y esa gente tiene un altavoz perpetuo por los que se suponen “periodistas”. Periodistas que no dudan en poner titulares catastrofistas por los “muertos vacunados” sin contexto, comparativas con la no vacunación, o comparativa de efectos secundarios vs desarrollar la enfermedad.

Todo esto además no es el único problema. El individualismo, esa manera de ver el mundo inculcada desde púlpitos políticos y cultura de masas, donde lo que importa es el trabajo individual y la competencia por encima de la colaboración. Esa mal llamada libertad, que disfraza egoísmo, en la que el impacto de tus decisiones en tus congéneres no importa. Todo eso ayuda a un caldo de cultivo que, desde el aspecto puramente médico, aun no ha anclado sus garras del todo en España, comparado con otros países del mundo occidental.

Todo eso influye en nuestras decisiones. Nuestro ambiente. Nuestras relaciones. La información parcial e irresponsable ofrecida por aquellos con responsabilidad. Todo suma. Y todo lleva a su obvio y probable desenlace.

 

Mi tío, su mujer e hijos están contagiados de Covid por esa decisión.

 

Mi tío acaba de ser ingresado en la UCI, y estoy preocupado y enfadado a partes iguales.