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De lunes a viernes me levanto a las 6.30. Paseo al perro durante 30 minutos; luego me ducho, desayuno y a las 7.30 salgo de casa para llegar a la oficina a las 8.00. Para que esto sea posible cinco días seguidos sin llegar al viernes como un zombi, me meto en la cama a las 23.00 para dormir al menos siete horas. Así que, tengo que decidir entre ser persona y levantarme para cumplir con mis obligaciones, o ser persona de este país. Lo primero me lleva al ostracismo social; lo segundo, al paro tarde o temprano.
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