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El Señor Equidistante

Cuando se publican noticias sobre la guerra civil en el hilo de comentarios casi siempre nos encontramos con un montón de gente alborotando y echando pestes de nuestros antiguos fascistas. Tampoco falla el que ante los exabruptos generales se ve misteriosamente obligado a intervenir con equidistancia, explicándonos que en esa guerra todos cometieron barbaridades: anarquistas y marxistas tirando bombas y metiéndose en balaceras contra todos, violando monjas, quemando conventos, etc. Por este motivo vamos a llamar a esa persona el Señor Equidistante, aunque no lo sea siempre.

El argumento del Señor Equidistante es que desde nuestra buenismo actual no hay razones para tener más simpatía por un bando que por otro, porque eran iguales. Todos malotes. Y cualquiera de ellos, de haber ganado la guerra, habría acabado imponiendo algún tipo de dictadura, a cual peor. Según el Señor Equidistante en la actualidad tenemos superados esos sectarismos viejunos. Marear el tema es de carcas. Sin embargo no es raro que el Señor Equidistante hable del buenismo de los progres frente al islam para clavarles la puyita cuando el Daesh atenta en Europa ¿Pero por qué el Señor Equidistante, y por lo general todos, nos ponemos de parte de cualquier cosa que luche contra Daesh, siendo que "cualquier cosa" pueda ser también muy malote (presidente sirio, rusos, etc)? Puede que sea porque Daesh quiere acabar con las democracias liberales y colocar sobre sus ruinas un reino medieval donde el Estado vaya unido a la religión, liquidar las libertades y los derechos construidos durante el humanismo y la modernidad, mantener el antiguo rol de los sexos en la vida pública y doméstica y que la mujer vuelva a ser legalmente inferior al hombre.

Resulta que por todas esas ideas viejunas lucharon los sublevados en nuestra guerra. Pero el Señor Equidistante piensa que las democracias son los regímenes menos malos, cree en los derechos y en la idea de ciudadanos libres e iguales que instauraron las primeras repúblicas modernas, aborrece la servidumbre basada en la autoridad hacia señores y clérigos, cree que tiene libertad para decirle de todo al gobierno, acompañó a su novia a abortar, se divorció dos veces y abandonó el catolicismo para hacerse agnóstico o New Age y vivir una "vida espiritual más libre". El caso es que el Señor Equidistante siempre estuvo, por sus ideas y su estilo de vida, con los antiguos republicanos, aunque por algún misterioso motivo cada vez que tiene ocasión trata de introducir la equidistancia para igualar a todo el mundo en un conflicto en el que, sabemos con seguridad, uno de los bandos no era tan diferente ideológicamente del Daesh y habría acabado con la totalidad de las expresiones, la libertad y la forma de vida del Señor Equidistante.