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Le tocaste los cojones al perro y te mordió....

La frase no está de moda. Ya no se lleva. A fuerza de ver series americanas de juicios y de infantilizarnos la mente con razonamientos de guardería, ahora tenemos claro que toda agresión es culpa del agresor, y que la víctima es el agredido. Y que hay que proteger a la víctima.

En cambio, hace un porrón de años, en la montaña de León, era una frase común. Si metes con un palo a una colmena, te pican las avejas, o las avispas. Si le llamas gilipollas a uno más grande que tú, te da una hostia. Si le tocas los cojones al perro, te muerde.

Supongo que los sociólogos conocerán y teorizarán una razón para semejante cambio de paradigma. Se me ocurren unas cuantas, a bote pronto. Por ejemplo, que hay que proteger siempre al agredido para que la provocación no se emplee como argumento de agresión por parte de la facción más fuerte en un conflicto.

Me parece bien. Acepto cualquier argumento.

Pero la realidad tiene su propia opinión y sus propios mecanismos, y todos sabemos que las cosas van por otro lado, y que la prudencia debería ser lo primero a la hora de meter el palo en el avispero o explotar un globo junto al perro que duerme la siesta. De lo contrario, iremos a una sociedad donde vale más ser tonto, pobre y esmirriado que inteligente, rico y fuerte, si es que no estamos en algo similar, que no lo creo. Y esas sociedades son arrasadas sin misericordia en cuanto se enfrentan al vendaval de que restaura el orden natural de las cosas en forma de escasez, emergencia, necesidad o invasión.

Ser víctima de algo sólo compensa cuando hay alguien que paga compensación y alguien que le obliga. Cuando no hay quien pague, o no hay quien le pueda oobligar, por razones múltiples, ser víctima es una mierda. Por eso hay tan pocos pobres denunciados por según qué delitos, y por eso trabajar en negro y no declarar un puñetero dura genera tanta impunidad. Por eso mismo, una potencia nuclear del copón se permite invadir a un país vecino que le tocó los cojones, sin ir más lejos.

Más vale no perder de vista la mecánica natural de las cosas. Porque la Historia no ha terminado, diga lo que diga Fukuyama.