El camino recorrido durante los años duros del gilismo, entre juzgados y manifestaciones, ha llevado a Javier de Luis a un lugar jamás imaginado: un despacho en el edificio de placas azules y cristales ahumados desde donde durante tres lustros ejerció su poder omnímodo Juan Antonio Roca, el cerebro de la trama que cometió los desmanes urbanísticos que hoy sufre Marbella.
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