Aduciendo que la Ley de Amnistía garantizó una transición más rápida y pacífica hacia la democracia, 7 ministros contra 2, votaron para mantener un perdón amplio, general e irrestricto para quienes torturaron disidentes políticos durante la dictadura desde 1964 hasta 1985. Uno de los jueces que se opuso declaró que "El torturador es un monstruo, es un desnaturalizado, un tarado. El torturador es alguien que experimenta el más intenso de los placeres provocando el más intenso de los sufrimientos". La tortura no es un crimen político, agregó.
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