El colectivo negacionista desprende un tufillo sospechoso. Nueva teoría de la conspiración

60 pacientes citados en el mismo día, con dos compañeros de vacaciones y 7 horas en total para atenderlos.

A esa cifra hay que sumar los que se presentaron sin cita y una salida urgente a un domicilio. Afortunadamente, debo decir que la mitad de ellos no eran presenciales.

Así está transcurriendo el Verano en mi consulta.

Para añadir un poco más de color a la situación, entre la marabunta se presenta el típico conspiranoico negacionista, que al parecer se aburría en casa y decidió acudir al centro médico a romperme la cabeza con sus onanismos mentales.

Normalmente soy una persona tranquila y calmada, pero llegado el momento y ante la presencia de este tipo de gente, yo también entro directamente en barrena.

¿Qué quiere usted divertirse relatando guiones cutres para una serie dirigida a adolescentes? pues bien, tenemos 5 minutos para jugar.

Venga, todo esto del coronavirus es una trama orquestada por el "poder en la sombra", que un día se levantó por la mañana y pensó que sería una estupenda idea diseminar un virus, o al menos simular que lo hacía, para tocar las narices al resto del mundo.

Cualquiera que sepa un mínimo de historia de la medicina, recordará que esto mismo ya ocurrió en los años 80 cuando irrumpió en escena el temido síndrome de inmunodeficiencia adquirida, aka SIDA.

En aquel entonces, la sospecha conspiranoica hasta podía tener cierta base argumental, ya que el contagio afectaba principalmente a un segmento de población que ya estaba previamente muy estigmatizado, como era el colectivo gay.

Actualmente, basar una campaña de caos a nivel mundial en un virus que puede transmitirse fácilmente a cualquier persona, es una soberana estupidez, pero vale, vamos a darlo por bueno.

De nuevo, cualquiera que esté mínimamente relacionado con el mundo sanitario, sabrá también que las farmacéuticas ya tenían antes de la pandemia más poder que los gobiernos de muchos países, y obviamente no necesitan semejante lío para aumentar sus ya considerables beneficios. De todas maneras, aceptamos también la teoría del pulpo y las metemos en el complot.

Lanzamos el virus, o simulamos que lo hacemos, y en un principio vamos a hacer bastante daño.

Pero, ¿qué pasará cuándo transcurra un tiempo y la población comience a tomar medidas para protegerse?.

No sólo detendrán el avance del virus, sino que al mismo tiempo reducirán muy notablemente las posibilidades de contraer otras muchas patologías infecciosas, lo cual perjudica los intereses farmacéuticos.

Todo nuestro malicioso intento de sembrar el planeta de muerte y destrucción se irá al traste, salvo que logremos que grupos numerosos de ciudadanos convenzan al resto de que no es necesario adoptar restricciones de ningún tipo.

Necesitaremos sembrar la red de dudas, apelando a la inteligencia de los internautas, con el fin de conseguir que más ciudadanos sigan transmitiendo la enfermedad y el virus pueda comenzar a mutar.

El segundo gran obstáculo que nos encontraremos será justo en el momento en el que surjan los tratamientos y las vacunas, que volverán a poner contra las cuerdas todo nuestro ardid.

Una vez más, podremos seguir avanzando únicamente mientras haya gente que mantenga viva la teoría del engaño.

Si nuestra trama pretende alcanzar el éxito, es imprescindible romper la cadena de seguridad y evitar la vacunación masiva, no hay otra manera posible de llegar al objetivo final.

Sólo en el hipotético caso de que consigamos que personajes reconocibles, como por ejemplo antiguos cantantes venidos a menos, o actrices que ya no salen en las carteleras, sigan vendiendo la teoría de la conspiración e invitando al resto de la gente a actuar como si no pasase nada, podremos hacernos con el poder, JUA JUA JUA JUA (léase en alto y con el dedo meñique metido en la boca).

Pues sí, he malgastado 5 minutos de mi vida para poder darme el gusto de decirle a un negacionista que si de verdad existe algún complot a nivel mundial relacionado con la pandemia, son precisamente ellos los que están contribuyendo a que salga adelante.

A mi, como médico y no madre (de momento) acusada de formar parte activa de toda esta película, me favorecería mucho más la presencia de pacientes objetores a la vacunación y a la enfermedad, si desease en algún momento hacer daño a la gente.

Porque si no fuese por ustedes, mal autobautizados como "negacionistas", quizás a estas alturas ya nos habríamos librado del puñetero bicho.

La doble negación, en este caso planteada sobre las vacunas y el virus, finalmente no deja de ser una afirmación.

Y juro por Dios y sobre la Biblia, que mi última frase de despedida fue: "Y ahora déjenos tranquilos, que tenemos que seguir poniendo los micro chips en las jeringuillas".

Lo siento, pero estamos en plena pandemia y yo hasta arriba de trabajo. Tú me lías, yo te voy a liar más.

Fdo: Billy Elliot

Médico y no madre (de momento), ejerciendo en el servicio de salud pública de una Comunidad Autónoma...