El británico Philip Ball ha tenido la experiencia con la que los místicos solo podían soñar: verse a sí mismo fuera de su cuerpo.
Vio cómo un puñado de celulas suyas se organizaban en un plaqueta de laboratorio como neuronas y empezaban a mandarse señales entre ellas hasta conformar un minicerebro. Incluso para Ball -uno de los periodistas científicos más conocidos de Reino Unido, editor durante dos décadas de la revista Nature y autor de una veintena de libros- la experiencia fue "alucinante", como nos muestra en esta conversación.
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Me hizo pensar en dónde residen realmente los límites de mi individualidad. Si lo llevamos a la posibilidad de cultivar espermatozoides y óvulos de esa manera... En un sentido es "clonar", pero no como lo hemos conocido.
Esta tecnología desafía la noción de que nuestra individualidad termina en nuestra piel... La idea de aceptar que somos una comunidad de células y de que cada célula es algo autónomo que puede crecer hasta convertirse en algo diferente... Eso también reta nuestra noción de qué es un individuo.
De hecho, la biología no tiene una buena definición de qué es un individuo. Ciertamente no es definido en términos genéticos porque nuestros cuerpos dependen de multitud de microrganismos que no son humanos (como las bacterias en nuestros intestinos) sin los cuales no duraríamos mucho.
Muy, muy interesante
Sheldon estaría contento
Los 'minicerebros' de laboratorio no crecen como los de verdad
Un estudio publicado en la revista Nature cuestiona la utilidad de los organoides con tejido cerebral, tras comprobar que su desarrollo y organización celular no se parecen a los de un cerebro real.
Si ha habido un tema de moda en la neurociencia en los últimos años ese ha sido el de los ‘cerebros de laboratorio’, organoides compuestos de tejido cerebral que crecen en una placa de Petri y que podrían servir para estudiar posibles tratamientos e incluso conocer mejor la conectividad de las neuronas.
Hasta tal punto, que se ha suscitado un debate ético sobre la posibilidad de que algún día uno de esos “cerebroides” desarrolle algo parecido a una consciencia.
Ahora, el equipo de Arnold Kriegstein, de la Universidad de California San Francisco, viene a pinchar la burbuja de los organoides mediante un estudio que demuestra que estos modelos están lejos de parecerse a un cerebro real en los aspectos más básicos de su desarrollo y organización.
En un trabajo publicado este miércoles en la revista Nature, Kriegstein explican cómo han registrado la expresión genética de casi 200.000 células individuales en la corteza en desarrollo de un cerebro real y las han comparado con lo que sucede en un ‘cerebro de laboratorio’ para comprobar el parecido de estos cultivos con el modelo.
Y lo que han visto es que hay una diferencia abismal: mientras que en el cerebro las células siguen distintas trayectorias durante el desarrollo y producen una amplia variedad de subtipos, en el organoide se producen muchas menos células maduras.
Además, la organización espacial, que es muy relevante en el funcionamiento del encéfalo, está también ausente en los tejidos cultivados.
"noción de qué"
Lo que sí tengo claro es que si por ingenieria genetica cojo el adn de una celula cualquiera, y la engaño para reprogramarla y que se crea que es la parte del embrión encargado de generar el cerebro, y finalmente lo produce por que lo cultivo y dejo que termine el proceso, ese cerebro acabará siendo un clon del cerebro original, y aunque esté sin cuerpo, tiene todas las capacidades para poder pensar y tener conciencia ya que no deja de ser un cerebro.
Si creas un cerebro hay demasiadas probabilidades de que genere conciencia.
El experimento lo veo una aberración.
Simplemente configuraciones concretas de los bioquímicos de nuestro cerebro.
A mí, que no tomo alcohol ni drogas, me ha pasado después de estar 24 horas sin dormir.
Así que no creo que la primera frase sea válida.
¿Qué es para ti "crear" un cerebro? ¿Cuántas posibilidades son "demasiadas" posibilidades?
Porque a bote pronto me parece que estamos increíblemente lejos de poder crear un cerebro con conciencia...