Los recreativos también son una experiencia completamente diferente a la de jugar en casa con amigos que ha acabado fagocitada por las consolas de sobremesa. Los salones arcade a la antigua usanza han ido muriendo poco a poco y con ellos han desaparecido los récords, las partidas de a cinco duros (durante los últimos estertores, a euro), el ruido y las miradas por encima del hombro. Vaya, en Japón no. Pero Japón es un universo paralelo.
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