La desvergüenza de nuestros líderes políticos no tiene límites. Tantos años vendiéndonos la moto de que la Constitución no se podía cambiar a la ligera, de que eso requería tiempo, plazos, reflexión, consenso. Oiga, pues ahora resulta que no, que cuando se trata de recortar derechos a los de siempre y hacerle caso a papá mercado, en un mes está todo listo. Y no me pierdan el tiempo en referéndums, no vaya a ser que la gente (esos ignorantes que no saben lo que les conviene) digan que no y nos jodan el negocio.
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