Como quería poner una empresa y no tenía dinero, el asesino decidió matar mujeres y vender sus cuerpos para la tradición china de las novias fantasma: cuando muere un hombre se entierra a una mujer para que los acompañe en la otra vida. Con cada venta ganaba entre 400 y 500 dólares. Matar gente y vender su cuerpo fue más fácil que robar los cuerpos de las tumbas, afirmaría el hombre al ser detenido
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