Se van de Puerto Real, después de prometer el oro y el moro. Después de haber recibido millones de € de subvenciones públicas; después de hacer albergar esperanzas en esta dura exigencia que es comer cada día (y la hipoteca, no se olvide), con un dogma: economía de mercado. Ya pasó con Gillete en Alcalá de Guadaira, y cuando dicen que se van, es que se van. No hay más.
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