España es el único país europeo en el que no es insólito encontrarse a un galgo ahorcado en un almendro, con las patas traseras rozando el suelo y las delanteras moviéndose de manera compulsiva. En Castilla-La Mancha lo llaman, con macabra expresividad, "poner al galgo a escribir a máquina". Grandes hijos de puta.
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