Estamos luchando hasta el último ucraniano

Yo creo que la gente ha visto demasiadas series donde ganan los buenos y pierden los malos, porque a Hollywood, tan religioso él, le molan esas nuevas versiones de la Divina Comedia, donde cada cual recibe su premio y su castigo, con cincuenta graduaciones, según hayan sido sus actos. Por si alguien lo olvidaba, Dante se inspiró, para su Divina Comedia, en Beatriz, su adorada, que por aquel entonces tenía 9 años. O 12, según otros autores.

La cuestión es que no es así, que no hay tales premios y castigos, y que es gracioso que los más ateos son los que más crean en esas cosas, aunque le llamen karma, justicia poética o polla de mandril, que viene a ser lo mismo.

Los hechos son los hechos, y no es que sean tozudos, es que son como burro negro zamorano en tarde de agosto.

Los hechos son que seguimos, a diario, comprándole del orden de 800 millónes de Euros en gas a Rusia. Porque las sanciones, mira por donde, afectan a todo menos a donde más duele, no sea que el dolor se reparta. Lo cierto es que se expulsó a los bancos rusos del sistema internacional SWIFT, salvo a los que estaban involucrados en las transacciones de gas y petróleo, porque eso, joder, duele aquí. Los hechos son que los cereales tampoco están en esas sanciones, porque como no consigamos sacar pronto barcos y barcos de Ucrania y Rusia cargados de trigo, vamos a tener una hambruna de cojones en el Norte de África, con todos sus corolarios de revoluciones beige, turquesa, magenta, y amarillo Piolín. Porque a la gente le gusta comer, más que nada, y cuando no come se cabrea, viaja a Europa y piensa en cómo dar por culo a los que les quitan el pan de la boca. Excéntricos que son los africanos.

Los hechos son que las sanciones afectan a cosas que a Putin y compañía le dan bostezos, porque el día que se cabreen de veras cerrarán la espita de los fertilizantes, el gas, el petróleo y el trigo, que venderán a India o a China, por ejemplo, mientras aquí nos rasgamos nuestras muy dignas vestiduras diciendo que eso también es un crimen de guerra, porque ya habíamos pedido nuestra hogaza por Amazon.

Los hechos, en fin, son que estamos dispuestos a luchar hasta el último ucraniano. Hsta la última gota de sangre de los demás. Por ética, por orgullo y por dignidad. Y luego, muy cojonudos, a los que pierdan a sus hijos, les vamos a ofrecer un plan Marshall para la reconstrucción, al Euribor más 8%, y en cómodos plazos. Con cláusula suelo, además.

Ni que fuese la primera vez...