Mas de la mitad de las parejas divorciadas manipulan a sus hijos para enfrentarlos, consciente o inconscientemente, contra alguno de los cónyuges, aunque sólo con carácter excepcional se llega a provocar un síndrome de alienación parental, cuando el niño llega a sentir un grave rechazo hacia uno de sus padres debido a las presiones del otro, según destacó Marilén Villalonga.
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