Medio centenar de guardias civiles, 25 vehículos, perros, buzos y 300 vecinos siguen peinando Quintana al milímetro buscando a Encarnación Carmona. La desolación aumenta a medida que avanzan las agujas del reloj y caen las hojas del calendario. Allí, María Teresa, la madre de Encarnita, hace una piña con sus otros dos hijos y con los abuelos de la muchacha esperando a que alguien entre por el pasillo de casa dando una buena noticia.
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