Esos profesionales, encargados de la vigilancia de las costas, pudieron ver al llegar al sitio marcado, como un individuo se debatía entre las aguas y estaba a punto de ahogarse. Su sorpresa fue mayúscula cuando comprobaron que el hombre que habían salvado de lo que podía haber sido una muerte segura, no era otro que el príncipe Haakon, heredero de la Corona noruega.
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