El empleo de las cámaras frigoríficas se ha hecho indispensable para la conservación de productos perecederos, tales como la carne, pescados, huevos, frutas y quesos. Pero pensar que el frío por sí solo resuelve el problema de la conservación es un error. La cámara inmoviliza durante un cierto tiempo los gérmenes que originan la putrefacción de los alimentos, pero cuando los microbios se han acostumbrado a vivir con esa temperatura empiezan nuevamente a actuar.
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